LOS ATENTADOS DEL 11-M

Los atentados que tuvieron lugar en Madrid el 11 de marzo de 2004 supusieron el mayor acto terrorista de la historia de España y Europa. Varias mochilas–bomba colocadas de forma estratégica en cuatro trenes de la red de cercanías de la capital arrojaron el trágico balance de 192 muertos y más de 1858 heridos.
Entre las 7.36 y las 7.40 horas de aquella mañana de marzo, se contabilizaron hasta 10 explosiones casi de forma simultánea. Aunque ningún grupo terrorista se atribuyó la autoría (la banda terrorista ETA envió rápidamente un comunicado desvinculándose de los hechos), la Audiencia Nacional condenó por ello a varios miembros de células o grupos terroristas islámicos satélites de Al-Qaeda, el grupo terrorista liderado por Ben Laden.
Tres años después, el 11 de marzo de 2007, se inauguró un monumento en recuerdo a las víctimas situado en la madrileña Avenida Infanta Isabel. No se puede obviar que los atentados del 11-M guardan una intensa relación con esta novela, ya que conforman la base de un hilo invisible alrededor del cual se mueven los personajes.
Aunque no se trata de un hecho real, la historia de Martín y Laura pudo ocurrir aunque, a buen seguro, cada una de las 192 historias de los auténticos fallecidos resultaría mil veces más dramática. Con la inclusión de este suceso en la novela, el autor no persigue otra cosa que “homenajear a aquellos que perdieron la vida y, por supuesto, a sus familiares y amigos. También quisiera tener un recuerdo no sólo para aquellos héroes anónimos que arriesgaron sus vidas para ayudar en esos terribles momentos sino también para los miles de ciudadanos del pueblo de Madrid que no dudaron en colapsar las urgencias de los hospitales a fin de donar su sangre a los heridos”.
Si bien es cierto que suele afirmarse que los traumas hay que superarlos, eso no significa que lo sucedido y las víctimas entren a formar parte de un vacío absoluto que termine perdiéndose en el vetusto cajón de la memoria colectiva. Lo queramos o no, el 11-M ha pasado a ser un punto negro de nuestra historia que, de una forma o de otra, debe tenerse presente a fin de que jamás vuelva a repetirse. Y es que ya lo dijo Winston Churchill: “Quién olvida su historia, está condenado a repetirla”.
Un beso y un abrazo muy fuerte a todos los familiares de los fallecidos.
AVISO: La información aquí vertida es un resumen o extracto de algunos pasajes de la novela, en la que los personajes tratan los temas de forma más profunda.

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